Serendipia

Serendipia.

Cuando abrió el grifo de la ducha recordó, que habían pasado cuatro meses desde el primer día que se levantó la cuarentena. Ya nada era igual, se sentía diferente. Se preguntó como estarían sus amigos, y pensó como de costumbre en Susana dedicándole más segundos a ella con la vieja excusa de las consecuencias de su claustrofobia. En cambio, él es como un camaleón de tantas paradojas experimentaba a lo largo de sus 52 años que ya reconocía de memoria las piedras para no tropezarse con ella dos y tres veces.
Nada era igual, el estaba más viejo, más solo y la primavera estaba por fin asomándose.

Victor terminó de ducharse, tomó una toalla nueva que decidió estrenar ese día, así como pretendía hacer con la mayoría de su vida. Excepto Susana, esa dama ansiosa a los espacios pequeños era lo único que no había cambiado en tantos días.

Apareció la noche, él se asomó casi camuflado con su casa, ya él era parte de ella o viceversa. Entonces hizo lo de siempre, se asomó por el balcón sintió el clima de la primavera y la meditación que solía hacer todas las noches de repente se la encontró sin buscarla, como si de repente la brisa que le rozaba le quitaba de su piel las escamas viejas, como si el camaleón perdiera el don e iba quedando solo su piel neutra. Victor en medio de la serendipia intenta sostenerse "¿qué voy hacer ahora?" y más aún, "¿quién seré ahora?" pero, parecía que esto ya no era solo una decisión, la despedida de su viejo yo se la encontró de frente, para que asumiera de una vez por todas lo que debió asumir hace un año atrás.

Esperó hasta que la noche se sintiera más silenciosa y fue a su viejo escritorio rebuscando el diario que entre tanto corotos no conseguía nunca. La ansiedad estaba junto a él y él tomó el lápiz dudando si dibujar o escribir. Un reflejo antes de darse por vencido, suena el teléfono sin cansancio y decide dejar lo que sea que estaba haciendo para atender. "¡Hoy es tu cumpleaños!", "hasta ahora pude comprar unos segundos para llamarte, estoy bien y te extraño, ¿Cómo estás?" Victor , desagradado por este noble recordatoria de su llegada continua a la vejez quedó en silencio pues, tenía 4 meses sin escuchar su voz.

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